Mirar al diablo a los ojos

Jordi Cardero
4 min readSep 20, 2021

Pochettino ha encarado el reto del PSG escondiéndose en la niñez, porque la construcción de juego y del once parisino es como un día de Navidad. Así como cuando te levantabas solo podías ir a por los regalos a toda prisa, los parisinos quieren llegar a sus delanteros de la misma forma.

Nada te puede prender más que los nuevos estímulos y ver un partido del PSG es la mezcla entre ansia e ilusión por ver llegar el balón a Neymar, Mbappé y Messi. A cada relación entre ellos, un sobresalto en el sofá. Sucede lo mismo en sus compañeros. Ander Herrera e Idrissa Gueye, ante el OL, querían ser espectadores en la primera fila. A mucho pedir, un frontón, una pared en la que el balón rebotaría y regresaría a los de arriba.

Siempre nos preguntamos qué acabaría siendo Leo Messi: delantero, falso nueve, mediapunta, interior… El punto de vista de Pochettino es, en forma, parecido al de los últimos técnicos del Barcelona. Leo nace desde el carril central, pero desemboca allá donde él cree que el equipo le necesita. En la secuencia de la imagen, ante un doble pivote en la misma altura, Messi es la vía de escape, el punto de fuga. Un giro a 60 metros del arco rival, que repite pero nunca hasta la saciedad, se convierte en una amenaza. Cada vez que Leo corre, Mbappé pica al espacio. De este movimiento se explicarán decenas de goles a final de temporada.

El PSG es todo lo que la Generación Fifa puede venerar: una plantilla imposible, llena de futbolistas con atributos que destacan en el juego pero que no son una máxima tras la pantalla, solo un rasgo más. Sin embargo, el deslumbramiento de las estrellas esconde todas las preguntas que formula el futbol contemporáneo, a las cuales Pochettino tiene que empezar a responder. ¿Qué licencias puede otorgar? ¿Cómo presionará su equipo? ¿Se lo permitirán Neymar, Messi y Mbappé? ¿Cuál será su grado de implicación defensiva? ¿Tienen espacio los excesos de Sergio Ramos en un sistema que no puede permitirse más vulnerabilidades?

Se puede ganar una Ligue 1 cerrando con asterisco todos los interrogantes, pero Europa desnuda tus carencias. Ante el OL, Pochettino probó con un cuarto integrante, Di María, formulando un 4–2–3–1 con libertad para Leo que en muchos casos se exponía como 4–2–4. Cada uno de los integrantes de arriba empezaron a traducir a sus compañeros el lenguaje de su juego, pero Mauricio va a tener que ajustar más cosas de las que desearía: no puede abonar su proyecto al feeling futbolístico en potencia que vaya a tener el tridente y hacer del resto de fases de juego algo transitorio, como lo fue el centro del campo del Liverpool AT (Antes de Thiago). Tampoco puede serlo un equipo con Marco Verratti sobre el campo.

El PSG ganará y goleará por inercia, por la calidad de los de arriba. Luis Enrique, con Messi, Neymar y Luis Suárez, tuvo que maquillar el histórico y asentado fútbol del Barça para proteger a los delanteros y basar su juego en ellos, incluso desde el contraataque y el fútbol vertical. En París, el cuerpo pide correr al tridente, pero el equipo tiende a partirse: por la naturaleza de los atacantes y la reacción del resto a contemplar en fase ofensiva y viceversa en la defensiva.

La acción del gol del OL (1), y un PSG partido en transición defensiva (2) y ofensiva (3)

Pochettino tiene una plantilla sobrealimentada, por lo que gestionar la guerra de egos será siempre una de esas batallas en segundo plano. Y, futbolísticamente, el primer mantra a eliminar es que Messi, Mbappé y Neymar, per se, son elementos que te convierten en candidato a todo, pero no en ganador.

Chelsea, Manchester City o Bayern Munchen parten varios escalones más arriba como proyecto. Europa siempre tiene un componente azaroso que se explica con el aura del club — que en París sigue en construcción — y la elección de personajes históricos. El PSG los tiene, pero para que brillen en su esplendor Pochettino va a tener que contar con otros astros. Mirar al diablo a los ojos no debe de ser distinto a enfrentarte a Leo, Neymar y Kylian. De Mauricio dependen sus llamaradas.

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